(Andreah Roa ©2017)
En cuanto la dejaron sola,
volvió a juntarse con su sombra.
En cuanto la dejaron sola,
quiso preguntarle cosas
y la sombra le respondió muy obscura
porque no tiene boca.
En cuanto la dejaron sola,
regresó a sentir un hueco en vez de sed,
volvió a ser manecilla que sabe avanzar
rumbo al siguiente segundo
para llegar a tiempo a ningún lugar,
prisionera en un reloj.
En cuanto la dejaron sola,
habló con las paredes de nuevo,
deseó no haberse dejado querer por hechiceros,
maldijo la lista y respiró,
una calma triste la arañó por dentro.
Sin ropa se enredó entre las sábanas,
visitó con la mente
el mundo que ya no se atreve a recorrer
y se durmió tragando lágrimas.
En cuanto la dejaron sola,
quedó otra vez en su cuerpo atrapada
sin saber quién al nacer la encerró allí,
sola con el eco de un latir.
En cuanto la dejaron sola,
ya no encontró al universo
ni un sueño al cual quererse amarrar,
pero encontró estas palabras,
su propia voz incondicional.